En la historia de la poesía española, el año 1613 supuso un hito incuestionable, un punto de inflexión que señaló nuevos e inexplorados caminos no solo a la lírica, sino a toda la creación literaria. La estética cultista, modelada ininterrumpidamente desde el siglo XV, alcanzó sus cotas de hermetismo y recargamiento sensorial cuando, en ese año de 1613, vieron la luz las llamadas “obras mayores” de Luis de Góngora y Argote. La Fábula de Polifemo y Galatea y las Soledades codificaron una nueva manera de hacer poesía, explotando al máximo las posibilidades del lenguaje, convirtiendo la literatura en un cuadro visual de fascinante plasticidad, y creando mundos inéditos a fuerza de metáfora. El gongorismo, atisbado ya en los primeros sonetos del futuro mal llamado príncipe de las tinieblas, se reveló entonces con toda su intensidad. Y, como sucede siempre con los grandes hallazgos, enseguida surgieron sus detractores: ridiculizaban la latinización idiomática -tanto en el léxico como en la sintaxis-, la profusión de perífrasis mitológicas, la oscuridad de las metáforas... Sin poder evitar, eso sí, verse hondamente influidos por una nueva estética que terminaría convirtiéndose en el estandarte del barroco literario. Uno de los más ilustres opositores al gongorismo en esos tiempos de su consolidación fue Lope de Vega: el poeta que aspiraba a mover con sus versos denostaba el artificio de una poesía cerrada al común del público. En ese mismo año de 1613, el Fénix compuso La dama boba y, tal vez, El perro del hortelano, piezas representativas de una concepción estética, la del arte nuevo, que apelaba abiertamente al gusto del vulgo. Y, sin embargo, no se puede negar que -con todos los matices que se quiera- el cultismo se filtra también hacia los versos inmortales del Monstruo de Naturaleza.
En estas jornadas, proponemos un recorrido por la obra, la relación y la pervivencia de ambos clásicos desde ese año emblemático de 1613 hasta hoy. Por un lado, especialistas en la literatura española del Siglo de Oro expondrán su visión sobre el enfrentamiento Góngora-Lope y el grado de influencia recíproca que se puede rastrear en sus respectivas obras. Por otro, investigadores de la literatura contemporánea se ocuparán de la recepción y pervivencia de ambos entre el siglo XVIII y la actualidad: desde la valoración que se hizo de uno y otro en unos y otros momentos, hasta las adaptaciones, versiones o ecos vivos de sus versos en los autores más recientes. Estas jornadas se plantean, pues, como un foro de encuentro de los teóricos e historiadores de la literatura de diversas épocas; un enfoque que permitirá alcanzar conclusiones globales sobre el proceso de consolidación de un autor y su obra como un clásico y, al mismo tiempo, ahondar en las claves compositivas de algunas piezas inmortales de nuestro patrimonio literario.
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