Cuando se trata de investigar sobre crímenes, el investigador enfrenta la dificultad de restaurar, más allá de los hechos, a los actores en su entereza, con la profundidad de lo vivido. Tratándose de víctimas de violencias interseccionales en particular —por ejemplo, las mujeres racializadas con vulnerabilidades socioeconómicas—, los archivos son parciales y no permiten dar cuenta de las experiencias en su totalidad. ¿Cómo dar cuenta de quién fue la persona desaparecida y/o de lo singular de la experiencia de la víctima, cuando lo que queda –cuando algo queda– no son sino fragmentos, a veces meros recuerdos? Dicho de otro modo, ¿cómo contribuir a la “equidad de la memoria” en palabras de Paul Ricoeur? (“Histoire et mémoire: l’écriture de l’histoire et la réprésentation du passé”, Annales. Histoire, Sciences Sociales, n°4, 2000, p. 744). La idea misma de la incompletitud del archivo, hace necesario que los investigadores inviertan mucho más tiempo en develar y construir nuevas formas de construir las memorias para que estas no queden en el olvido.

Reflexionaremos sobre cómo podemos identificar, analizar, salvaguardar y visibilizar, en términos pedagógicos, memorias que subrayan retos éticos, permiten formas de resiliencia y reparación de sociedades en vía de pacificación o mediadas por un acuerdo de paz como el que implementó Colombia en 2016. Expondremos la importancia de promover los archivos privados (conservados por las asociaciones de víctimas, pero también por las familias y las mismas víctimas). Valoraremos los objetos como fuentes de información y estudiaremos los repertorios de acción producidos por las víctimas. Nos interesaremos también en proyectos curados que, a través de mediaciones artísticas y/o digitales, valoran archivos singulares, personales e íntimos. Demostraremos el interés de colaborar con las víctimas y sus familias para trascender memorias que no sólo dialogan entre presente y pasado, sino que resisten y sanan en el presente.