Hasta esta triste tarde de abril en la que saltó a la pantalla de mi computadora la increíble noticia del fallecimiento de nuestro colega y amigo Venko, el 17 del mismo mes, la palabra Paradiso evocaba esencialmente para mí picantes y jocosos pensamientos. Acababa de releer, vaya a saberse por qué, el legendariamente escandaloso capítulo VIII de la célebre novela. Pero hoy ya no me divierten las andanzas de Godofredo el Malo, Fronesis y José Cemí. En adelante Paradiso estará emocionalmente relacionado con la persona de Venko, decorado en el 2016, en Cuba, con la Moneda Conmemorativa «Centenario de José Lezama Lima», en el marco del Coloquio Internacional «Pensamientos en La Habana a 50 años de Paradiso». De esta recompensa de la que estaba discretamente orgulloso, y de Cuba, hablamos un día, tardíamente, por teléfono, evocando con placer recuerdos comunes del Vedado, de la ampulosa Escalinata de la Facultad de Letras, de Copelia, del ICAIC, de la Casa de las Américas, de mil cosas entrañables de esta Cuba en la que se había formado de joven.
Venko Kanev, nacido en Bulgaria en 1942, era doctor en literatura hispanoamericana, graduado de la Universidad de La Habana y del Instituto de Literatura de Bogotá. Radicado en Francia desde hacía mucho, plenamente integrado en la sociedad francesa, enseñó primero en el colegio antes de ingresar en la Universidad. Profesor emérito en literatura y civilización de América Latina, enseñó en varias universidades (París, fugazmente, Poitiers, y Rouen ) con una dedicación, una generosidad y un humanismo ante los cuales se inclinan todos sus colegas. Poco afín a consensos insulsos, no veía con malos ojos los animados intercambios de ideas, las discusiones, los debates, y hasta las vivificantes polémicas que honran la vida universitaria.
Venko Kanev se dedicó con pasión a su labor de investigación y con empatía al acompañamiento de sus doctorandos. Se mostró fiel hasta el final a los múltiples centros de estudios hispanoamericanos a los que perteneció en las diversas etapas de su carrera universitaria. Siguió colaborando con sus colegas parisinos del CRICCAL, con el ERIAC ruanés y su fraternal equipo, con nuestra universidad de Poitiers y su centro de investigación, el CRLA. Sus asedios a la literatura hispanoamericana fueron muy numerosos y siempre enjundiosos. También fue responsable de la edición en búlgaro del Monde diplomatique.
Venko Kanev nos ha dejado, así como su esposa, segados ambos por la covid-19. Nos solidarizamos con el dolor de su hijo y su nieto a quienes queremos expresar nuestras sinceras condolencias. No olvidaremos al colega, al amigo, al compañero : activo, vital, comprometido. Más que un profesor universitario, Venko Kanev era —tal vez convenga la expresión— un « ciudadano del mundo ».
Maryse Renaud